El día promete. No llueve y parece que el sol quisiera asomarse. Pasamos por una plantación de frutillas en la cual uno cosecha su propia fruta y después paga. Lo curioso es que las plantas están dentro de bolsas colocadas sobre una estructura de madera a 1 m de altura, chau dolor de espalda para la cosecha… Las frambuesas se cultivan en macetas de plástico !!, ¿qué tal la tecnología?.
Ansiosos por llegar a Chew Valley Lake nos descolgamos en bajada hasta el prometedor lago. Conocemos a una pareja macanudísima, Sarah y Jon, re-piolas nos indican que en el sector no se puede acampar, es decir, no está permitido pero que lo hagamos de todas maneras, ya que nadie nos dirá nada. Y es ella misma la que se encarga de ahuyentar a los guardias cuando se acercan a preguntar si todo está bien. Un detalle curioso: en cada banco hay una placa con la dedicatoria para aquella persona que habitualmente, en vida, usara dicho aposento para observar el lago, el mar o a los chicos jugar en alguna plaza.
Bristol en la mira; una trepada sostenida me obliga a bajarme y empujar mi bici. Me empieza a doler el pecho. Pareciera que mi cuerpo se resiste a olvidar lo que mi mente quiere desterrar. Las secuelas del accidente. No sé si ya lo dijimos pero sigue lloviendo. Damos unas vueltas, hacemos compras, hay que equiparse con accesorios “waterproof”: cubrezapatillas, guantes, mejores camperas, antiparras, snorkel, patas de rana… jajaja, bueno, por las dudas, en cualquier momento seguimos el viaje en bote!!
Nos quedamos bajo el cruce de autopistas esperando que pare, pero nada. Pensábamos dormir ahí, pero no me siento bien, así que buscamos un hostel. Youth Hostelling: £13 c/u. Tomamos unos mates en la cocina acompañados por una artista francesa que vive en Londres hace 27 años. Charlas interesantes de hostel a medianoche.
Al otro día nos zambullimos en internet y se nos ocurre contactar WS en Bristol para quedarnos una noche más. Increíble… Jack. Él no tiene lugar pero nos manda a casa de su hermano Robert que junto a Corina, su esposa, nos brindan una velada cálida y entretenida en un día gris y lluvioso. Pasamos unos días con ellos. Bristol tiene una intensa actividad artística: títeres, teatro, galerías de arte y edificios vetustos convertidos en locas oficinas de caóticos personajes (nosotros mismos dormimos entre marionetas, un piano y un contrabajo). Visitamos el atelier de Robert, parece la tiendita del horror cuelgan plantas del techo, las paredes y los escritorios. Él es una especie de artista jardinero y junto a su hermano ganó un concurso para hacer en una esquina un jardín vertical de 10 x 6 m, súper excéntrico!!. Fuimos a tomar unas pintas (cervezas) al bar más antiguo de la ciudad… fascinante!!; para ellos un pub más, nosotros nos sentíamos en el rodaje de una antigua película inglesa. La cerveza tibia y sin gas… puaj! típica cerveza nacional.
Vamos al Hospital Oftalmológico a consultar por los puntos en mi ojo y sin pedir ni preguntar nada me dan un turno, al que acudimos en forma puntual, considerando las costumbres y reglas inglesas. Completan una historia clínica súper detallada, me piden disculpa por hacerme esperar más de 20 min, la enfermera parece mi mamá; en todo momento me pregunta si estoy bien y me explica minuciosamente todas sus maniobras… y encima no nos quieren cobrar ¡! No podemos creerlo, inclusive el hospital es cálido, está decorado e impecable y todo amoblado; no parece una fría institución médica. Les llevo facturas en agradecimiento y no pueden creerlo…
Partimos hacia Monmouth. Pasamos junto al Puente Colgante de Clifton y seguimos por un caminito angosto recorriendo praderas verdes, muy verdes minadas de vacas y ovejas. Cada tanto sigue lloviendo. Atravesamos la zona industrial y cruzamos por el viejo Puente Severn hacia GALES.
Bellísimo Gales. No creíamos que se iba a notar la diferencia con Inglaterra; pero se respira otra historia, otra arquitectura, muros anchos y robustos que evocan grandes contiendas medievales. Verde y más verde. ¡¡¿Seguirá lloviendo?!! … de algún lado sale este color !!. En las rutas hay carteles que muestran la cantidad de muertes o accidentados en un período de tiempo, a modo de prevención. En el camino descubrimos una caminata hacia las cuevas de las águilas que bien valió la pena, aunque nunca vimos los pajarracos… también visitamos la Abadía de Tintern, un monasterio construido en 1131 por un conde, quien había hecho la promesa de su construcción en medio de una terrible tormenta en el mar. Obviamente fue salvado y cumplió su palabra.
Esperamos que Andrew haya recibido el mensaje. ¡Tenemos teléfono!, lo compramos en un “cash converter” (segunda mano) por £5 y le pusimos £10 de crédito (= 250 sms), porque se nos hace difícil todavía calcular las distancias y los tiempos en este clima. Acampamos en una cancha de rugby. Ya en Monmouth vamos al Lidl (si recuerdan del año pasado… el supermercado holandés más económico), donde otro hecho excepcional tiene lugar: preguntamos si podemos pagar con tarjeta de débito y nos dicen que sí. Después de una hora y media de compras llegamos a la caja y el plástico bancario no funciona. Se apersona la gerente, pide mil disculpas y nos adelanta ella el efectivo hasta el próximo día. Seguimos sorprendidos por estas actitudes cuando ya afuera del súper, un señor en moto se acerca y nos da £5 a la vez que nos dice: “…yo vi todo lo que pasó allí adentro. Tengan esta plata para comprar comida…” y uno tras otro estos gestos nos van marcando a fuego, nos llenan de gozo, de felicidad y armonía. Estamos acompañados, nos sentimos protegidos.
Ahí llega Andrew, el WS, lo habíamos llamado para preguntarle por directivas pero nos vino a buscar en su Mercedes. Un tipazo!!. Cargamos todo, colgamos las bicis del soporte y a casa…Nos está esperando Claire con la comida calentita. Primero descargamos los petates en nuestra posada… habitación con cama con colchón con manta térmica, acolchado de pluma blanco inmaculado, baño privado, cocina completa y living… pinturas en las paredes, generosos cortinados, mezcla de una época victoriana con suaves pinceladas campestres… todo para nosotros. Las vistas son hermosas. Estamos en zona de granjas, entre suaves ondulaciones esmeralda recortadas por cuadros cultivados de trigo y alfalfa. La cena no podría haber sido más embriagadora; primero champagne para brindar por nosotros, luego arroz con pollo y diversas verduras, delicioso!!, de postre, quesos varios, ensalada de fruta, helado y después el café con chocolate. Andrew trae mapas, libros y guías, habla, gesticula, hace chistes… es un anfitrión nato. La charla es divertida, interesante y relajada. Claire es dulce, tranquila y familiar. Entre los dos la velada fluye y hasta nos olvidamos de que afuera sigue lloviendo a cántaros. El viernes lo aprovechamos para descansar y a la noche nos esperaba la sorpresa en un típico pub-restaurant. Una entrada exquisita y como plato principal cazuela de cordero para mí y pastel de riñoncitos para Oscar. Que no toquen las 12:00, queremos seguir soñando!!!
Ring, ring… a despertar… salimos el Sábado bajo una lluvia torrencial, jajaja, no sabemos si reírnos o llorar, así que por las dudas nos miramos y nos empezamos a matar de risa. No podemos creerlo!!. Andrew nos acompaña como 30 km. Visitamos, de afuera el castillo Raglan, señorial!, y continuamos junto al canal Brecon al cual llegamos después de una trepada a 75°. El canal se construyó entre 1792 y 1812, recorre 56 km desde Brecon hasta Newport y su principal propósito fue, en esa época, transportar carbón de ida y hierro de vuelta. Para 1970 se convertiría en un canal turístico.
Mientras pedaleo por la orilla húmeda y barrosa de esta serpenteante ruta acuosa pienso: “Esto es lo que yo elegí, esto es la vida para mí” y seguimos la ruta bajo una cortina de agua que parece no nos abandonará por unos cuantos días. Estoy feliz. Bueno, como no podía ser de otra manera, nos perdimos, así que hicimos 20 km de más para llegar finalmente a las 10 de la noche a Brecon donde nos espera Jonathan, un WS bombero. Cenamos lasagna.
17 - 24 / 06 ¿SERÁ EL PEOR VERANO EN AÑOS? … Y nos vino a tocar a nosotros !!
Jon es tímido, nos escucha, asiente y apenas habla. Hoy es domingo y se va todo el día a un torneo local de golf, mientras nosotros vamos a explorar Brecon Beacons. Dejamos las bicis en un estacionamiento y subimos hasta Pen y Fan, 886 m, con muy buena vista sobre las colinas, plagadas de lanudos puntitos blancos. Todos los carteles están en inglés y galés. Este último casi en desuso se empecina en recordar el origen celta de la Isla. Toda la región es muuuy verde, las lluvias anuales ascienden a 3000 mm. Los bosques fueron devastados para pastoreo y ya desde el siglo XIX data una mágica historia de arrieros, que conducían el ganado a pie desde Brecon hasta Londres, por ejemplo, recorriendo alrededor de 600 km una vez al año. Hablar del siglo XVII y XVIII es normal por estas latitudes.
Cenamos pastel de papas con relleno de coliflor, elaborado por los huéspedes. Lunes otra vez… Solucionamos algunos problemas mecánicos, lo cual nos impide salir antes de las 3:30 de la tarde. Todo bien… avanzamos hasta que se larga a llover y pedimos un galpón en Llangadog. Cocinamos y vamos a dormir. A la mañana nos preguntan si queremos desayunar, pero decidimos continuar antes de que … se largue a lloveeeeeerrrr !!... Seguimos bajo la lluvia, pasamos por Betlehem, Llandeilo y Camarthen. El camino sube y baja; al principio nos afecta bastante, pero de a poco se hace más llevadero y lo disfrutamos mucho. A ambos lados siguen los grandes campos verdes con ovejas y vacas. En Laugharne visitamos la “casa bote” de Dylan Thomas; nada excepcional… acampamos frente al mar. Una noche espectacular.
Al otro día nos entrevistan de la radio de St Clears y llegamos a Saundersfoot tras tres trepadas sostenidas que me dejan sin aliento. Empieza a llover otra vez y llueve y llueve y llueve… y llueve. Pasamos tres túneles que se usaban para transportar carbón en un trencito. Terminamos armando la carpa en uno de ellos. A la mañana siguiente la gente va y viene, comentan y se ríen. Nosotros como si nada, desarmamos y seguimos viaje.
Desayunamos con vista al mar y se larga a llover otra vez con todooooo. Como podemos llegamos a Tenby, hacemos compras, vamos a Turismo y buscamos la casa de Rosie Swale Pope (la autora del libro “Just a little run around the world”, donde cuenta cómo dio la vuelta al mundo corriendo y caminando durante 5 años después de que su marido falleciera de cáncer). Se mudó a Brecon hace 4 meses !! y bueh … tomamos el tren a Pembroke Dock donde nos espera Lawrence. Sigue lloviendo.
Al otro día nos toca descansar. Visitamos al padre de nuestro amigo ciclista y Oscar tiene charla para rato, ya que éste es un avezado pescador. Nos llama la atención el estado físico de los británicos en general… bah, por ahora ingleses y galeses. Se ven cuerpos obesos, mucha gente discapacitada, gente mayor y no tanto en sillas de rueda y varios casos de cáncer. No sabemos todavía si es más notorio porque hay mayor densidad de población, si se debe a la mala alimentación, el clima o existe alguna otra razón. Ya lo averiguaremos… Nos vamos por unas birras al pub de la esquina !!
El sábado íbamos a partir, pero entre una cosa y la otra se va dilatando, estamos aprovechando para descansar; arreglamos las bicis y Lawrence nos lleva, primero, a visitar a una pareja amiga que había viajado a Sudamérica y después nos acercamos hasta unos acantilados… el paisaje majestuoso, entre el mar, las rocas, el viento y la lluvia queda estampado en nuestros sentidos- incluyendo el alma, las vísceras y lo más recóndito de nuestro ser- la impronta de una fuerza sublime y divina … cómo explicarlo : euforia, regocijo, asombro, inmortalidad; el mar brama estrepitosamente, las rocas se yerguen orgullosas, el viento azota salvajemente, la lluvia nos empapa hasta los huesos y los pájaros … miles de aves danzando un baile frenético sobre nuestras cabezas. El paraíso en el confín de la Tierra; la tempestuosidad en lo más profundo de nuestra humanidad !!
Domingo, paseo tranqui, subimos las bicis a la traffic y Lawrence nos lleva a conocer primero St David´s, una bellísima catedral, y luego finalizamos el recorrido en una playa, Abereidy, donde nos despedimos, tras unos lagrimones, de nuestro querido anfitrión.
Debo comentar en este punto que a lo largo de estos 20 días se suscitaron charlas de lo más diversas: la reina y su séquito, la importancia de la monarquía en Gran Bretaña, pájaros y paisajes, comidas y aventuras… pero tal vez el tema más álgido ha sido Malvinas… algunos aceptan que no es un derecho británico la posesión de nuestras Islas, otros… no lo mencionan, como queriendo evitar una posible contienda verbal y unos pocos creen que es correcto llamarlas Falklands. Nosotros, sin más ni menos, sólo nos dedicamos a escuchar. Con respecto a los primeros, nos reconforta oírlo de sus labios; los neutrales, todo bien, se habla de otra cosa; y con los últimos tratamos de alejarnos y cumplir un rol pasivo de espectador omnisciente, es decir, estamos pero no estamos, sabemos todo, sabemos lo que sentimos y pensamos, pero no nos molestamos ni un pelo en discutir nada… allá ellos si son felices sabiendo que un pedazo de tierra les pertenece. Yo, por mi parte, cuando es el momento de partir, me doy vuelta, me subo a mi bici y sigo explorando y conquistando cada kilómetro cuadrado como si fuera mío… por lo tanto que cada uno se contente con lo que cree tener y que sepa que nada vamos a llevarnos, que la tierra no nos pertenece y que todo vuelve a ella…
25 - 1 / 07 INGLATERRA. LLUVIA Y MÁS LLUVIA. To be or not to be
Recorremos el lugar. Hay una laguna de 25 m de profundidad, azul intenso. Hace años que allí se extraía la pizarra para hacer los techos de las casas, en los alrededores hay ruinas de lo que fuera la fábrica y el pueblo, cerrado a raíz de una epidemia de gripe. La mano del hombre y la de la naturaleza se combinan en magníficas postales.
En el camino está Fishguard, Cardigan, Aberaeron y destino final Aberystwyth! A pesar de ser una ruta costera no deja se subir y bajar. A un lado se observan playas amplias de arena oscura, según se retira la marea, y del otro, barrios de casillas veraniegas. Hoy fue un día hermoso de sol radiante y lo festejamos con unos mates en una plazoleta. Vamos a McDonald´s hasta las 11 de la noche; a las 5 de la mañana sale el tren que nos llevará hasta Snowdonia. La primer noche en vela con dos combinaciones.
Llegamos a las 9, el cielo se cierra y se descuelga la peor tormenta que tuvimos hasta ahora. No para de llover a cántaros y según anuncia el pronóstico sigue por una semana más. Estamos hartos…!! ; la chica en Turismo despliega mapas, folletos y recorridos, mostrándonos todos los atractivos de la zona… nosotros sólo pensamos en tomarnos otro tren hasta lo de Georgie… basta de lluvia!!! Snowdonia quedará para la próxima.
Nos vamos para el centro de la Isla, Shrewsbury. Bajamos del tren y empezamos a desvestirnos, el sol pega como nunca… INCREÍBLE!!. Acampamos junto a un campo de amapolas rojo carmesí. Empieza a chispear otra vez; pasamos por Wem, Whitchurch y llegamos a Nantwich. Justo antes de la ciudad hay un laguito artificial que nos invita a acampar!! Hacemos compras en Crewe y empieza a llover otra vez; estamos re-podridos…, ya tenemos el ánimo por el piso, para qué mentir!. Nos tomamos un tren a Oxenholme, dicen que este es el peor verano en años… y justo nos vino a tocar a nosotros!!
Pedaleamos hasta Kendal y entramos a un caravan-camping… como no podía ser de otra manera el día siguiente llueve de punta a punta. Nos hacemos amigos de Terry y preparamos la cena en su casilla. Y esto es lo mejor de este viaje, la posibilidad valiosísima de descubrir cada región a través de su gente. Si no hubiera llovido tanto (24 días sobre 30 = 80% hasta ahora) no hubiéramos estrechado vínculos tan cercanos. Terry es muy querible, habla un inglés cerrado y es bien sociable. Nos invita en su auto a conocer Windermere… bajo una lluvia torrencial !! Nos tomamos un tren a Edimburgo.
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